Es frecuente oír y leer opiniones sobre la responsabilidad de los miembros de la comunidad educativa en la “buena educación” de los niños y jóvenes. El feedback que recibimos cuando trabajamos con docentes nos abre una reflexión que trasladamos a este medio: ¿Qué responsabilidad tienen los padres en los comportamientos disruptivos de los hijos? O dicho de otra manera ¿Qué parte de la responsabilidad de los padres como trasmisores de valores se están delegando en los centros educativos?
Tradicionalmente se planteaba que la escuela enseña y la familia educa. Actualmente los planteamientos más avanzados hablan de la necesidad del trabajo en equipo entre los docentes y la familia, pues, como señala Cesar Bona (candidato español al “Premio Nobel” de la enseñanza), la educación pasa por la implicación de todos.
Por todo ello los profesores se siguen interesando por cómo mejorar la convivencia en el aula, cómo poner en práctica herramientas que permitan transmitir conductas no violentas o cómo dar prioridad al trabajo en equipo, las inteligencias múltiples y el aprendizaje cooperativo. Así sucedió hace unos meses con los docentes del Centro Cultural Vallisoletano, donde trabajamos con más de 20 profesionales de infantil, primaria y ESO diversas herramientas de resolución de conflictos en situaciones de conductas disruptivas en el aula.
Recordamos lo que sabiamente sentenciaba Holding Carter «Solamente dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; el otro: alas«. Seamos conscientes de ello y por eso desde Solver seguimos diciendo: ¡¡manos a la obra!!! a todos aquellos centros que nos plantean mejorar en la resolución de conflictos y a los padres que ponen interés en seguir mejorando
